Esta imagen (Wikipedia) muestra una máscara de cuero con una extensión en forma de pico en la cual se introducían hierbas y/o esponjas con vinagre para filtrar el aire. Data del siglo XVII y era utilizada por los médicos para protegerse contra la peste negra y se encuentra expuesta en el “Deutsch Historisches Museum” (Museo Histórico Alemán) en Berlín.
Estadísticas historiográficas calculan 25 millones de muertes (1346-1353) a consecuencia de la pandemia desencadenada por la bacteria Yersinia pestis. Las pandemias han sido recurrentes en la historia de la humanidad y han asolado la salud pública en todas las épocas. Durante el siglo XX, no obstante los adelantos médicos y el enorme desarrollo de la industria farmacéutica, de tarde en tarde algún virus y/o bacterias nos recordaban que no somos eternos: Gripe Española (1918-1920), HIV/AIDS (década de los 80), por citar algunos ejemplos. El pasado 11 de marzo del 2020 la Organización Mundial de la Salud (WHO) declaró oficialmente que la propagación del virus SARS-CoV-2 tenía el carácter de una pandemia, que, a diferencia de una epidemia, la propagación del virus tiene un carácter global. Hacia mediados de enero del 2021 las cifras arrojaban 95 millones de infectados y 2,1 millones de muertos a nivel mundial.
Quiero comenzar este 2021 con una reflexión sobre la pandemia, no solo porque ha sido “el tema”, sino porque lo será durante todo el 2021. Una pandemia compromete a todo el sistema y sus repercusiones dejan de ser un mero problema de salud pública para convertirse en uno de seguridad interior del estado. Las medidas de suspensión y limitación de las libertades civiles: derecho a reunión, tránsito en los espacios públicos, movilidad individual, restricción de la libertad de comercio y el ejercicio laboral, vigilancia vía AP hasta el lockdown son ‘sentidas’ por los afectados como tan o más fatales que el riesgo del contagio. El mundo ya no será el mismo después de la paralización parcial o total de las actividades de la sociedad y el comportamiento social tampoco cuando se pueda retornar a la normalidad. La pandemia no solamente afecta por el contagio masivo, sino por el componente desestabilizador que conlleva: al miedo le sigue el pánico. Una sociedad en la cual cunde el pánico va perdiendo sistemáticamente todos aquellos elementos fundamentales de cohesión social: seguridad, solidaridad, estabilidad, libertad. Las diferencias sociales curiosamente tienden a diluirse frente al instinto básico de sobrevivencia. Las diferencias políticas tienden a una suerte de radicalización. Basta ver en Alemania las protestas del movimiento de los “Corona-Leugner”, quienes niegan la existencia del virus y de paso no cumplen con las regulaciones de salud pública, como el uso de máscaras en los espacios públicos. La organización de protestas masivas en contra de las medidas de prevención de contagios ha sido una de las estrategias de este grupo. No obstante lo anterior, en Alemania no se ha llegado a los niveles de violencia que se pueden constatar en España, Holanda y Dinamarca.
La naturaleza orgánica de los seres vivos es un sistema que se autorregula. El científico e investigador chileno Humberto Maturana (*Santiago, 14 de septiembre de 1922) acuñó un término para denominar su teoría sobre la organización circular de lo vivo: autopoieses. En sus libros: De máquinas y seres vivos. Autopoiesis: La Organización de lo vivo (1972); The organization of the living: a theory of the living organization (1975); Autopoiesis and cognition: the realization of the living (1980) expone en colaboración con su discípulo Francisco Varela (*Santiago de Chile, 7 de septiembre de 1946; † París, 28 de mayo del 2001) una teoría holística, que en estos momentos de incertidumbre, dolor y temblor en tiempos de pandemia recomiendo leer. Básicamente postula “que los sistemas que distinguimos como seres vivos en el ámbito de lo biológico, son sistemas autopoiéticos moleculares” (De máquinas y seres vivos, Santiago 1995, pp. 18). No obstante nuestras existencias transcurren en sistemas socioculturales y políticos, la instancia de regulación última del sistema molecular de los seres vivos tiene su propia organización y leyes. La pandemia lo pone en evidencia. La tecnología implementada en nuestro diario vivir y el acelerado desarrollo de la ciencia ha tenido como efecto colateral una suerte de desconexión con nuestro ser biológico y con la naturaleza que nos contiene y garantiza la sobrevivencia en este planeta. Mantener el equilibrio orgánico ha sido una constante cultural, independientemente del tipo de organización política y del grado de civilización y se simbolizaba en rituales de ofrenda a los Dioses y/o agradecimiento a las fuerzas y espíritus de la naturaleza. Frente a las catástrofes se pedía en las rogativas por el restablecimiento del equilibrio en el sistema.
En la cultura cristiano-occidental sigue vigente una tríada que vale la pena implementar: fe, esperanza y caridad. Fe en que esto se acabará, esperanza en los resultados positivos de la vacuna y por sobre todo caridad con el prójimo.
En la cinematografía sobre el tema pandemia hay algunas constantes recurrentes: la desestructuración social a consecuencia del pánico y el caos; la impotencia del orden establecido y de las autoridades frente a la propagación del virus; y la deshumanización sistemática. En cuanto a la deshumanización me pareció muy interesante la imagen recurrente del ‘zombi’ para graficar el horror de una infección. La figura del zombie proviene del folklore haitiano y constituye una suerte de muerto en vida que básicamente tiene anulada su voluntad. El ‘muerto viviente’ ejerce un efecto aniquilador sobre la humanidad.
Los filmes que cito a continuación me están ayudando a pensar la pandemia desde otra perspectiva y en cierta medida con mayor profundidad. El bombardeo de los medios de comunicación con estadísticas sobre contagios y decesos; las críticas a los sistemas de salud y a la gestión política no han logrado ni captar ni mantener mi atención. A fin de cuentas la salud pública depende del ecosistema y al parecer el sistema orgánico está generando anticuerpos para garantizar la sobrevivencia en este nuevo milenio.
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The Crazies/Colapso: exterminio brutal (George A. Romero, 1973)
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Outbreak/España: Estallido/Latinoamérica: Epidemia (Wolfgang Petersen, 1995)
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Twelve monkeys/Doce monos (Terry Gilliam, 1995)
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Cabin Fever/La cabaña sangrienta (Eli Roth, 2002)
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28 Days Later/España: 28 días después/Latinoamérica: Exterminio (Danny Boyle, 2002)
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Children of Men/España:Hijos de los hombres/Latinoamérica: Niños del hombre (Alfonso Cuarón, 2006)
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Die Stadt der Blinden/La ciudad de los ciegos (Fernando Meirelles, 2006)
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The Happening/España: El incidente/Latinoamérica: El fin de los tiempos (M. Night Shyamalan, 2008)
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Carriers/ España: Portadores/Latinoamérica: Infectados (hermanos Alex und David Pastor, 2009)
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Contagion/Contagio (Steven Soderbergh, 2011)
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The Bay/Terror en la bahía (Barry Levinson, 2012)
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Gamgi/Pandemia (SUNG-SU KIM, (Corea del Sur, 2020)
La carrera contra el tiempo para producir una vacuna arrojó los primeros resultados y en un tiempo de investigación y producción record ya están en el mercado. La demanda es masiva y la oferta amplia, pero la implementación de campañas de vacunación masiva se ha encontrado con un ‘pequeño’ problema y ‘no menor’. Por un lado la producción de vacunas no alcanza a cubrir la totalidad de la demanda a nivel mundial con la misma rapidez que se ha implementado la logística de las campañas de vacunación, tal es el caso de Alemania. Por el otro lado, no todos los países disponen de los fondos necesarios para comprar vacunas, tal es el caso de algunos países africanos. Kenia encontró una solución digital. En el Aeropuerto de Nairobi trabaja un robot llamado Jasiri (Valiente), que me recuerda al legendario Artoo-Detoo (Star Wars, 1977).
Esta monada fabricada en China fue donada por el gobierno japonés y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Jasiri desinfecta los espacios del aeropuerto, controla la mantención de las distancias sociales, el uso de máscaras y monitorea a los pasajeros a razón de 100 personas por minuto. “Grande Jasiri”. (noticiero Tagesschau de la Rep. Federal de Alemania, 16 de febrero de las 22:30).